El cóndor herido | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Junio de 2021

Lejos estaba el juglar de La Junta de pensar que uno de sus éxitos estuviera por convertirse en portento nacional. Se sabe que Juancho Rois, a comienzos de los 80´s del siglo pasado, en el solar de su casa en Valledupar, le contó a Diomedes la historia de la caída de un cóndor herido en el corregimiento de La Junta, en San Juan del Cesar, y la conmoción que había causado en la población. Al paso que intercambiaban anécdotas familiares, de esa conversación surgió la inolvidable canción “El cóndor herido”. Así está hoy la población de cóndores en Colombia: herida y de muerte.

Entre el 13 y el 15 de febrero de este año se realizó el Primer Censo Nacional de Cóndores. El resultado no pudo ser más que preocupante: se avistaron 63 individuos. En el año 2006 el Ministerio de Ambiente elaboró el plan nacional para la conservación del cóndor andino en el país, determinando la población en 168 ejemplares, entre silvestres e introducidos. Cuánto dinero invertido en tan despampanante plan para encontrarnos con la pasmosa realidad de que tenemos más burocracia que cóndores.

A finales de mayo el director de la Corporación Autónoma de Santander le informó al país la muerte de tres cóndores en inmediaciones del municipio de Cerrito. Sabemos que uno murió envenenado, el segundo a causa de un disparo y el tercero por anemia crónica. Tres causas que están llevando a nuestro símbolo patrio a su desaparición del territorio nacional y, de paso, de nuestra memoria colectiva.

Estos datos crudos sirven para evidenciar una realidad muy dura: entre los 168 individuos censados en 2006 y los 63 del primer censo nacional de 2021, menos los tres muertos recientemente, debemos decir que hemos perdido cerca del 64% de la población de cóndores andinos en el país. De seguir en esta racha vertiginosa de descenso de la población ¿A cuántos años estamos de ver morir el último cóndor en Colombia? Lamento decir que no llegarán a 2030.

No nos permitamos vivir en un país que, amén de las múltiples tragedias diarias, asuma como natural el marchitamiento de la majestuosa ave símbolo nacional, del ave que nos conecta con nuestros ancestros; nos recuerda que compartimos un pasado común; nos permite soñar un gran futuro al lado de nuestros seres queridos; nos permite sentirnos orgullosos de nuestra nacionalidad, esa que nos hace palpitar el corazón de orgullo cuando la selección de futbol juega o Egan y Nairo se consagran en el tour, la vuelta o el giro. Somos Cóndor.

En un litigio que para muchos de mis compatriotas parecerá macondiano, en compañía de mi hija Valeria de dos años, acudimos a pedir el amparo de nuestros derechos fundamentales a la personería jurídica y a la nacionalidad ante el Consejo de Estado, para que el Cóndor de los Andes sea declarado sujeto especial de derechos y se le ordene al Presidente de la República, como símbolo de la unidad nacional, garantizar la supervivencia de la especie. ¿Podremos olvidar el formalismo judicial y proteger nuestra identidad nacional? ¡Hagan sus apuestas!

 

@LuisDGomezM, @ludogomezm,