Alud de recolección de firmas | El Nuevo Siglo
Viernes, 23 de Julio de 2021

* ¿Virtud o defecto de la democracia?

* Urge análisis serio, imparcial y profundo

En medio de la campaña de cara a los comicios del próximo año una de las notas características de este segundo semestre en Colombia será la de los batallones de personas que se lanzarán a las calles de todas las ciudades y los municipios en busca de captar firmas de ciudadanos.

La Registraduría Nacional señaló días atrás que ya estaban inscritos once comités para sustentar con firmas igual número de posibles candidaturas presidenciales. Cada uno debe presentar antes del 17 de diciembre un poco más de 580 mil respaldos válidos, que serán revisados para constatar su veracidad. De hecho, dado el porcentaje de rúbricas que se descarta por presentar inconsistencias de distinto tipo, se estima que cada grupo impulsor entregará a la organización electoral no menos de 700 u 800 mil firmas para no arriesgarse a ser desclasificado.

Pero no serán los únicos recogiendo rúbricas con fines electorales, ya que habrá varios movimientos significativos de ciudadanos que buscarán por esta vía poder avalar listas al Senado y la Cámara de Representantes.

No es un tema menor, más aún si se tiene en cuenta que para los comicios de 2018 hubo 2.957 aspirantes al Congreso, distribuidos en 26 listas al Senado y 356 para la Cámara. Para la primera corporación hubo cinco listas respaldadas en firmas y para la segunda tres. A ello se suma que once aspirantes a la Casa de Nariño también se inscribieron con el sustento de apoyos de la ciudadanía. Entre todos ellos habrían recogido no menos de 14,5 millones de firmas, casi un 40% del censo electoral de entonces.

Pero no termina aquí la batalla por las firmas en esta segunda mitad de 2021. Como se sabe, hay casi un centenar de procesos de revocatoria del mandato contra alcaldes de todo el país. En el primer semestre, en medio de los picos de la pandemia de covid-19, se llevaron a cabo decenas de audiencias en el Consejo Nacional Electoral en las que participaron promotores y mandatarios cuestionados. Ahora se espera, si la curva epidemiológica lo permite y se destraban algunos cuellos de botella relacionados con la necesidad de designar alcaldes ad hoc para algunos trámites derivados, que los comités respectivos salgan a las calles de sus jurisdicciones territoriales a recoger las firmas requeridas para que se cite a las urnas y se defina la continuidad o no de los gobernantes.

Por último, se empiezan a abrir algunas campañas para promover plebiscitos y referendos, que también se lanzarán a conseguir apoyos ciudadanos si es que definitivamente inscriben los comités respectivos.

Como se ve, la recolección de firmas estará a la orden del día este segundo semestre y ello abre, de nuevo, un debate sobre el uso que se le está dando a esta figura de participación política. Cuando al comienzo de este siglo se dio vía libre a los llamados “movimientos significativos de ciudadanos” la filosofía del mecanismo iba en la dirección de dar paso a las corrientes alternativas e independientes que no hacían parte ni se sentían representadas por los partidos establecidos y con personería jurídica.

Sin embargo, con el pasar de los años esa intención de apertura democrática se ha ido difuminando. Ahora hay dirigentes que ante desacuerdos con sus partidos de origen deciden, sin más, armar toldo aparte por la vía de crear movimientos sustentados en firmas. Igual, candidatos presidenciales que tienen un claro origen en colectividades establecidas y de las que en modo alguno reniegan, prefieren inscribirse con respaldos ciudadanos con el fin de poder incluir más sectores y corrientes de otros partidos en sus respectivas coaliciones.

Este es un fenómeno que debe analizarse a fondo para establecer hasta qué punto se atenta contra la premisa de fortalecimiento y vigor partidista como base de una democracia dinámica y moderna, que no dé cabida a aventurerismos electorales ni tramas populistas de generación espontánea.

Y en el otro flanco de esta preocupante circunstancia, es innegable que hay muchas personas que firman en las calles estos formularios sin mayor análisis sobre sus implicaciones y la profunda significación democrática de su respaldo a tal o cual causa o aspiración. Hasta hay empresas que se dedican a la labor de acumular los respaldos a cambio de un pago por la cantidad conseguida.

Como se dijo, es imperativo que se analice esta variable en la llamada democracia participativa y representativa colombiana. Y que se haga de una manera objetiva, imparcial y seria para establecer si el alud de recolección de firmas contribuye a un sistema político más transparente e incluyente o, por el contrario, va rumbo a convertirse en un elemento lesivo al derecho a elegir y ser elegido.