Los seis retos de Castillo | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Julio de 2021

* Cambio de gobierno en Perú

* Los incas necesitan un norte

 

Incertidumbre. Esa es la sensación que prima en Perú en torno a lo que será el gobierno de Pedro Castillo, el profesor de escuela rural, líder izquierdista, sindicalista regional y a partir de hoy nuevo presidente de los incas.

Los analistas locales y externos señalan que, de entrada, serán seis los retos que tendrá que asumir el nuevo mandatario de una nación cuya mayoría de presidentes en lo corrido de este siglo han terminado destituidos, procesados o presos por escándalos de distinta índole, aunque priman los relacionados con corrupción al más alto nivel.

En ese orden de ideas, Castillo deberá, desde su mismo discurso de posesión, enviar un mensaje a los peruanos en torno a que desde hoy es el Jefe de Estado de todos y no apenas del sector poblacional, marcadamente campesino, inconforme y de izquierda, que lo llevó al poder el pasado 6 de junio, cuando  venció cerradamente a la aspirante de derecha Keiko Fujimori, triunfo que solo se confirmó días atrás, luego de varias semanas de lento escrutinio electoral y resolución de múltiples impugnaciones.

Si bien nadie espera que la división y polarización política inca se supere de un día para otro, es evidente que Castillo necesita que partidarios y detractores, incluso la población en general, le den un margen de espera para que pueda arrancar su mandato y empezar a sentar las bases de su gestión, obviamente focalizada en enfrentar la aguda crisis social y económica peruana. Segundo reto.

Con más de 200 mil muertes por el covid-19, desempleo disparado, pobreza en ascenso y una economía que apenas si se está levantando de la descolgada del 11% el año pasado por cuenta del impacto de la pandemia, la tarea prioritaria del nuevo gobierno -tercer desafío inmediato- no es otra que agilizar un plan de vacunación muy lento, acelerar el plan de asistencia a los sectores más golpeados por la crisis sanitaria y sentar las bases de la reactivación productiva.

El propio mandatario entrante no puede desconocer que la elección de un dirigente sin experiencia en grandes temas de Estado fue, en parte, producto del voto castigo de muchos sectores a la poca diligencia y efectividad del gobierno provisional de Francisco Sagasti, el Congreso y la clase política tradicional ante la emergencia pandémica y sus graves consecuencias.

Sin embargo, para lograr que las mayorías ciudadanas, el sector privado y un Parlamento dominado por fuerzas contrarias (aunque también divididas) le den ese compás de espera que requiere para arrancar su propuesta de país, Castillo debe enviar en estas primeras semanas un mensaje claro y contundente: respeto a las bases fundacionales del sistema político y económico inca.

Insistir, de entrada, en una reforma constitucional a fondo en las tres ramas del poder público o en modificar el modelo productivo hacia uno gaseosamente denominado “economía popular con mercados”, sería un error. Obviamente tendrá que aplicar las políticas por las que la mitad de los peruanos que asistió a las urnas voto por él, pero debe proceder a un ajuste gradual, consensuado con todas las fuerzas vivas, socializado y digerido objetivamente por el sector privado. Ese es su cuarto desafío inicial…

Para nadie es un secreto que el nuevo mandato inca arranca en medio de un clima de desconfianza muy alto. Y, por lo mismo, resulta palpable que una caída de las expectativas bursátiles, el aumento de la prevención de las firmas calificadoras de riesgo sobre qué pasará en materia fiscal y financiera, las alertas tempranas de partidos de centro y derecha en torno al riesgo de un giro hacia el ya probadamente fracasado populismo socialista, pondrían a Castillo en el mismo escenario de inestabilidad política que se llevó por delante a sus antecesores Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcaya. Evitar que sus enemigos políticos logren conformar una alianza coyuntural para intentar sacarlo del poder, vía destitución parlamentaria, es el quinto gran reto del mandatario inca que hoy asume.

Y, por último pero no menos importante, Castillo toma las riendas de un país que necesita un norte de manera urgente. El nuevo gobierno debe ser el timonel de esa prioridad nacional. No se trata, en modo alguno, de exigirle ni esperar soluciones mágicas a las graves problemáticas estructurales y coyunturales incas. Ningún mandatario, sin importar el signo político, podría hacerlo, por más promeserismo electoral durante la campaña. Lo que se espera del Presidente es que fije una hoja de ruta de largo plazo y comience, poco a poco, a seguirla y convencer a todos los sectores políticos, económicos, sociales, partidistas, gremiales, urbanos y rurales que, con complicaciones y todo, es la apuesta más segura.