GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Agosto de 2011

El lugar de la oposición


“Genial democracia donde pudieran coexistir la praxis y los ideales”


LA  semana pasada le ofrecieron a un profesional 1-A, un alto cargo en el sector público. Esto no es, como enseñan en periodismo, algo tan noticioso como que un hombre muerda a un perro, pero es interesante la reflexión que despierta.


El candidato al cargo (estoy autorizada a abordar el tema sin mencionar nombres) es un brillante profesor universitario, un escritor y pensador de esos que a uno le gustaría que estuvieran adentro del Gobierno. Pero no aceptó, y en un petit comité nos explicó que, perteneciendo -como pertenece- a un partido de oposición, no le parecía bien formar parte del régimen; al menos no sin que se hubiera dado previamente, un acuerdo programático en su partido.


Cuando nos contó sobre el ofrecimiento y su respuesta, se produjo en la sala un abrazo de satisfacción y un emocionado “Muy bien, hiciste lo correcto”.


Minutos después, en un comité aún más petit (léase automóvil), entablamos con el profe-escritor-pensador, una conversación que le iba muy bien a su tono sensato y pausado: un tono que sin pretender estar cargado de certezas, sabe transmitir el inmenso valor de las inquietudes, de las posibilidades y los quizás.


En nuestro país, ¿desde dónde es más útil ejercer la oposición? ¿Desde un partido que ha sufrido una caída significativa en su capacidad de convocatoria, o desde el fuero de un establecimiento que tiene todas las posibilidades de planeación, transformación y ejecución? ¿Qué es realmente más beneficioso para los intereses que se quieren defender, que en este caso -como decía el Juan Gossaín que tanta falta hace en las mañanas- son los de los que no tienen voz?


Me pregunto dónde sería mejor que estuviera el profe-escritor-pensador, cuando empiece a ver que se pretenden desmontar conquistas ciudadanas que costó años construir, y que él mismo ayudó a levantar, desde su profesión y sus letras.


Desde el pragmatismo, uno podría pensar que en Colombia -en contravía al lugar que en el mundo y por definición debe ocupar la oposición- lo más efectivo para defender los intereses de las minorías, sería aceptar el pupitre vecino al de las mayorías; no para contagiarse de ellas, ni para dejarse tragar por el pulpo, sino para tener herramientas que permitan no sólo soñar con la tarea, sino ser capaz de ejecutarla. Podrá dolernos nuestro hemisferio insurgente, pero aquí, en general, tiene más impacto proyectar la palabra desde una plataforma que está en lo alto, que desde espacios menos visibles; así éstos estén llenos de mérito y valor.


Pero es claro que desde el deber ser, el pupitre digno de la oposición, debe estar a kilómetros de distancia del otro.


Uno podría preguntarse, cómo se impediría mejor la crónica de una muerte anunciada. Si desde la máquina de escribir del autor, desde el escenario del actor, o la silla del espectador.


Sería genial una democracia donde pudieran coexistir la praxis y los ideales, y desde afuera se pudiera ejercer de verdad verdad, el control de los de adentro. Tal vez cuando lleguemos a eso, el hombre ya habrá mordido al perro.
ariasgloria@hotmail.com