JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Agosto de 2011

Parranda política


“Un absurdo social, una verdadera pantomima institucional”


MÁS  allá de la realidad está la política colombiana. Un mar de actores, avales, paramilitares y chismosos. Si algo hemos aprendido de la historia es que nuestro Congreso es tan serio como un stand up comedy.
En un mundo polarizado entre izquierda y derecha, donde la ideología vale más que los actos por los cuales se justifica, Colombia es el bicho raro e impone lo que, a mi juicio, debería ser llamado una Anarquía Estatal.


Un país en el que los ciudadanos son los que padecen los caprichos sin sentido de una elite política, judicial y económica que no se rige por las normas que ella misma dicta. Un absurdo social, una verdadera pantomima institucional.


Sólo en Colombia se pueden ver efectos como la crisis institucional que en manos de Pablo Escobar pudrió los valores del Estado, el Proceso 8.000, y la realidad de hoy en la que día a día los caciques políticos ejercen prisión desde la presión.


Aun así, el Gobierno radica una reforma que impide que la Corte Suprema de Justicia investigue a los congresistas. De ser así, el organismo encargado de adelantar el Proceso 8.000 y el de la parapolítica, quedaría sin facultades para perseguir a esos pillos que día a día desfilan por los oscuros callejones de la política nacional.


Como si fuera poco, el presidente del Congreso, busca revivir la inmunidad parlamentaria. Esa bella práctica que sirvió de apoyo a Pablo Escobar para que comprara conciencias y políticos a diestra y siniestra. Funcionarios que actuaban bajo el manto protector de la impunidad parlamentaria.


Lo curioso es que, después de todo esto nos atrevemos a preguntarnos el ¿por qué la corporación criminal más grande del planeta ¬-Farc- sigue captando adeptos que se unen a su farsa como moscas a la miel?


Es claro que un país regido por esa Anarquía Estatal no tiene otro camino que la tergiversación de los valores ciudadanos y el posterior deterioro de la sociedad.
Esa sociedad para la que ver al hermano de Valencia Cossio cobrar por prostituir la Justicia, o ver a Samuel Moreno desfilando cínico por los pasillos del Club El Nogal, deja de ser un problema y convierte al hampa en modelo a seguir, único camino del éxito en Colombia.


No en vano el régimen político busca ahora construir su madriguera separando diametralmente las responsabilidades civiles de los institucionales. Blindando la libertad de los pillos separándolos de las leyes que ellos mismos imponen.


El resultado será simple: a cada persona que crece y se educa en Colombia, la sociedad misma se encarga de amputarle los escrúpulos porque sólo así se puede vivir en esta sociedad de antivalores.
@barrerajavier