Uso inteligente del agua | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Abril de 2024

Prácticas sencillas, ahorro sustancial

 * Los casos críticos de México y Chile

Tras el inicio ayer de los racionamientos de agua en la capital del país, que se suman a los cortes que se están registrando desde hace varias semanas en municipios de distintas regiones, es urgente que la población aplique de forma permanente y consciente prácticas que permitan un uso racional y efectivo del vital líquido.

No dejan de sorprender el concepto de muchos expertos y las conclusiones de ejercicios de campo sobre el volumen de agua que se puede ahorrar aplicando sencillos procedimientos en el día a día de cada persona. En algunos casos, la disminución llega, incluso, al 30 o 40%, sin necesidad de acudir a restricciones drásticas ni a sacrificios en la calidad de vida o el confort.

Pequeños cambios a la hora de acciones tan rutinarias como el cepillado de los dientes, lavado de manos, tiempo de permanencia en la ducha, reciclaje del agua de la lavadora y en otros oficios de aseo, e incluso la misma recolección de aguas lluvias, entre muchos otros ejemplos, permiten reducir el gasto del vital líquido en volúmenes importantes. De hecho, si todas las familias se aplicarán a implementarlos disciplinadamente es muy posible que no fuera hoy necesario acudir a los cortes en el servicio, o estos se harían por menor tiempo.

Para que esto sea posible se requieren varios elementos básicos. El primero y más importante, sin duda alguna, es el de reforzar las campañas de concientización ciudadana masivas para que se entienda la gravedad de la emergencia que enfrenta el país por cuenta del bajo nivel de los embalses (apenas en 31% de su capacidad útil), producto del impacto del Fenómeno del Niño que está presente desde finales del año pasado y apenas este mes entró en fase de debilitamiento definitivo.

Hay que acudir a todos los medios de transmisión de información para impactar a la mayor cantidad de gentes con mensajes sencillos y realistas sobre la crisis a corto lapso si no se procede a un ahorro sustancial de agua. En momentos en que las redes sociales, generadores de contenidos y estrategias digitales a gran escala (incluyendo el uso profuso de herramientas de Inteligencia Artificial) están de moda para masificar mensajes a la opinión pública, parte de esa fuerza comunicativa debería ser empleada para la campaña en mención.

Los colombianos, lamentablemente, parecieran tener la errada certeza de que por ser un país con amplia riqueza hídrica y un potencial de biodiversidad de los más altos a nivel global, el agua nunca va a faltar. Sería bueno, entonces, que conocieran casos alarmantes hoy en Latinoamérica, como es el de Ciudad de México o de algunas poblaciones en Chile en donde hay niveles hídricos críticos que van más allá de los efectos coyunturales del Niño o del mismo cambio climático. Una urbanización desordenada, sobreexplotación de ríos y cuencas, deforestación disparada, políticas agroindustriales antitécnicas y agresivas, así como niveles de consumo insostenibles, entre las principales causas.

En segundo término, tal y como lo han recomendado algunas empresas de servicios públicos y gremios sectoriales, podría acudirse a una estrategia que permita alivios tarifarios a aquellos hogares que evidencien una disminución en su nivel de consumo. Si bien es cierto que esto tiene un costo y se debe definir cómo se asumirá el mismo entre el Estado y las empresas prestadoras privadas, siempre es mejor optar por los incentivos positivos que por los castigos y sobrecargos en las facturas.

Como ya se dijo, Colombia tiene la ventaja de ser uno de los países con mayor riqueza hídrica a nivel global. Si bien el gobierno pasado elevó la protección del agua a asunto de seguridad nacional y el actual puso a dicho recurso como eje central del Plan de Desarrollo, es evidente que se requiere una profundización de las políticas de desarrollo sostenible, enfocadas en lo inteligente, funcional y moderno. Hay que ser claros: tenemos legislación suficiente para cumplir ese propósito, pero su aplicación no es la más eficaz. Esa falencia en el aterrizaje de los modelos integrales de protección del agua es la que está dando paso a la intención de implantar esquemas hídricos y socioeconómicos radicales, anacrónicos, involutivos e intoxicados de ideologías extremistas.

El país necesita poner en práctica una visión moderna de preservación del recurso hídrico, tanto desde el punto de vista de desarrollo sostenible como de la seguridad y soberanía estratégicas en la explotación y uso de recursos naturales, renovables o no. Ese redimensionamiento es imperativo no solo para afrontar la actual emergencia, sino para proyectar a Colombia hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al final de esta década. Y ese fin se consigue con objetividad y realismo, sin extremismos. Pasa, principalmente, por la concientización de la población en el uso inteligente del agua. Sin ese flanco, no hay política sectorial alguna que funcione.